Inclusa intra parietes
Autor: Gregoria Cavero Domínguez
Número de Páginas: 321
Calificado como fórmula rígida del eremitismo, el emparedamiento se desarrolló con gran adaptabilidad, dentro de una gran proliferación de fórmulas religiosas, más entre las mujeres que entre los hombres. Se realizaba en celdas adosadas a iglesias y cementerios, en hospitales y monasterios, en puentes y en murallas, localizadas en el centro urbano o en su derredor; pero siempre provocando un gran impacto sobre la sociedad que les rodeaba. Celdas dependientes de concejos o de iglesias, celdas independientes, pequeños habitáculos (identificados con sepulcros), con dos ventanillas (una hacia la calle, otra hacia la iglesia) y una puerta. Alejada del claustro tradicional, la vida emparedada se iniciaba con una despedida del mundo, una ceremonia litúrgica con el oficio de difuntos y una entrada en la celda, cuya puerta era tapiada: vestidas de penitentes, con bendición o sin ella, la vida en la celda transcurría en unas condiciones físicas muy duras: poca comida, sobre el suelo una tabla por lecho y escasas ropas; una vida de mortificación y disciplinas, de oración y salmos, de privación y lágrimas.